Es probable que la rutina y las exigencias propias de una vida moderna agitada, inmediata y mercantilizada nos hayan llevado a sentir más de alguna vez esa sensación de querer explotar o desaparecer por un rato.
Una reacción bastante común considerando la sociedad en la que vivimos. El estrés es un sentimiento de tensión física y/o emocional que prácticamente todo adulto ha experimentado como resultado de una situación inesperada o compleja de controlar, frustrándonos o enojándonos.
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No obstante, es común que a veces se confunda un estado de preocupación con un estado de ansiedad, algo que es completamente distinto debido a que resulta imposible controlar una serie de preocupaciones que abundan en la mente de esa persona a diario.
De acuerdo al Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos, el Trastorno de Ansiedad Generalizada tiene que ver con la excesiva preocupación por situaciones que muchas veces no representan un problema real o bien no tienen una solución inmediata, por lo que esta preocupación se vuelve una constante e incluso a algunas personas les impide cumplir con su rutina diaria.
Este trastorno tiene un desarrollo lento y puede comenzar durante la adolescencia. A medida que pasan los años los síntomas pueden empeorar o mejorar, dependiendo de los contextos en los que la persona se desenvuelve.
Es por eso que la web especializada Psychology Today quiso hacer una diferenciación con al menos 10 factores que permitirán identificar si efectivamente estamos atravesando un cuadro de ansiedad o estamos preocupados/estresados.
Eso sí, cualquiera sea el caso, es importante que busques ayuda para superar estos estados y mejorar tu calidad de vida, pues es fundamental para la salud de todo tu organismo.
“Aunque ambos están asociados con un sentido general de preocupación e inquietud, la forma en que los experimentamos es bastante distinta, al igual que las implicaciones que tienen para nuestra salud emocional y psicológica“, expresó Guy Winch, doctor en Psicología.
8 diferencias entre preocupación y ansiedad
1.- La preocupación la experimentamos en nuestras cabezas y la ansiedad en nuestros cuerpos.
Winch indica que la preocupación tiende a centrarse más en los pensamientos en nuestras cabezas, mientras que la ansiedad es más visceral, pues la sentimos en todo el cuerpo, ya sea como un cansancio generalizado, dolores de cabeza, musculares, y/o estomacales sin motivo aparente.
2.- La preocupación tiende a ser puntual mientras que la ansiedad es más difusa en cuanto a sus orígenes.
Llegar tarde a una cita con el médico o al aeropuerto, es una “amenaza específica”, en tanto, si nos sentimos ansiosos por viajar, esta preocupación se vuelve más “vaga y más general”.
3.- La preocupación se expresa de manera más verbal mientras que la ansiedad incluye verbalidad e imágenes mentales.
El psicólogo advierte que “esta diferencia es importante, ya que las imágenes mentales emocionales como las asociadas con la ansiedad, provocan una respuesta cardiovascular mucho mayor que los pensamientos verbales emocionales (como las asociadas con la preocupación). Esta es otra razón por la cual experimentamos ansiedad en todo el cuerpo”.
4.- La preocupación tiende a promover la resolución de problemas, no así la ansiedad.
Como la preocupación es más “específica”, ésta promueve soluciones y estrategias para enfrentar tal situación, pero la ansiedad es como “una rueda de hámster que nos hace girar pero no nos lleva a soluciones productivas. De hecho, la naturaleza difusa de la ansiedad lo hace menos susceptible a la resolución de problemas”.
5.- La preocupación provoca una angustia emocional leve, la ansiedad puede desencadenar un angustia emocional severa.
Al ser un estado psicológico más poderoso, la ansiedad es mucho más problemática y perturbadora que la preocupación.
6.- La preocupación tiene causas más realistas que la ansiedad.
Un claro ejemplo que entrega Winch es: “Si le preocupa que lo despidan porque le fue muy mal en un proyecto, está preocupado. Si le preocupa que lo despidan porque su jefe no le preguntó sobre el recital de piano de su hijo, está ansioso”.
7.- La preocupación tiende a ser un estado temporal, pero la ansiedad puede persistir.
Probablemente la manera más fácil de notar esto es que cuando resolvemos el problema que nos atormentaba, nuestra preocupación disminuye o incluso desaparece. No obstante, la ansiedad puede persistir por largos períodos de tiempo e incluso pasar de un enfoque a otro. Podemos estar una semana ansiosos por el trabajo y la próxima por nuestra salud, y así.
8.- La preocupación no afecta nuestro funcionamiento profesional y personal; la ansiedad sí.
Probablemente nunca te tomes un día de enfermedad para sentarte a pensar en cómo resolver un problema; sin embargo, la ansiedad puede hacernos sentir tan inquietos, incómodos e incapaces de concentrarnos que, literalmente, podríamos sentirnos demasiado angustiados como para trabajar o cumplir otro compromiso.