Desde que Mega reabrió su área dramática a cargo de María Eugenia Rencoret, que la estación privada ha sabido de éxitos, y es que Pituca sin lucas pavimentó el camino para las siguientes, ¿pero qué es lo que hace tan cautivantes a estas producciones?
Inevitable es acordarse cuando TVN tuvo el poder en cuanto a teleseries se trataba; cómo olvidar Sucupira, Iorana, La Fiera, El circo de las Montini, entre muchas más; todas con un factor en común: la mezcla de mundos sociales (o culturales) diferentes.
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Pasados los años, esto se fue perdiendo sin ninguna razón aparente, existiendo un cierto vacío en las áreas dramáticas, con realizaciones que no causaron tanto furor a excepción de Machos de Canal 13.
Pero fue en 2014 cuando la luz volvió a brillar para los actores, y es que el éxito que tuvo Pitucas sin lucas -llegando a un peak de 37 puntos- tentó a muchos rostros emblemas de la competencia (como Jorge Zabaleta y Daniel Muñoz), además de abrir camino a nuevas generaciones, como Mariana Di Girolamo y Simón Pesutic.

Este remolino se dio con la llegada de Quena Rencoret después de años de estar en TVN, y al parecer esta directora de teleseries ‘le dio el palo al gato’ nuevamente como lo hizo en la estación estatal, pero esta vez ocupó otro factor: la superación económica.
“Es bien extraordinario lo que está haciendo Mega. No sólo tiene más audiencia, si no que el liderazgo de la Quena (Rencoret) conversa con la audiencia sobre temas que le hacen sentido”, declara Luz Croxatto en entrevista con El Desconcierto.

Y es que esta aspiración de llegar a ser más en la vida, representa a muchos chilenos, situación que Rencoret logró captar e integrar a sus teleseries, sumando la unión de clases sociales diferentes en torno a esta temática.
Según Vicente Sabatini, el éxito de Mega se debe a esto, realidad que en la década de los 90 no hubiese funcionado. “Esta es una realidad que no era la de los ’90, entonces ese imaginario tiene que estar presente. Es gente que puede acceder a un segundo auto, a una casa en la playa, y que está muy orgullosa de haber conseguido eso, que siente que nadie se lo ha regalado”.

Para Croxatto el tema es sencillo: estas producciones han logrado acoger a esas personas que quieren superarse día a día. “El Mega le habla a ese chileno que quiere sentirse orgulloso de lo que es, de lo que tiene, de su esfuerzo. Ese chileno que está harto de que lo satanicen por ser consumista o individualista. La audiencia no quiere autoflagelarse, quiere celebrarse, y eso Mega lo entiende a la perfección”, afirma la actriz.
Por su parte, la guionista de Amanda y Soltera Otra Vez, Daniela Lillo, cree que la fórmula recae en entender que el dinero ayuda mucho para ser feliz. “Abordan el tema del dinero, de los ricos y los pobres, de los conflictos de los ricos para que la clase media o más popular vea que los ricos también lloran. Tiene que ver con esa mirada de que una de las cosas más importantes para ser feliz es el dinero, algo muy propio del neoliberalismo desatado en el que vivimos. En ese sentido, las teleseries están sumándose a esa mirada. El dinero empieza a formar parte central de las historias y no sé si de forma crítica.
El estereotipo
Para el académico de la Universidad de Chile y estudioso de las teleseries, Eduardo Santa Cruz, otro elemento principal utilizado por Mega está en el tipo de personajes que presentan, recayendo -lamentablemente a su parecer- en estereotipos. “El estereotipo es una caricatura simplota para la cual se toma un rasgo central que se exagera y en eso se centra todo el individuo. Se trabaja con lugares comunes, no hay complejidad“.
Lo que según el experto, haría que las producciones sean de menor calidad, pero fáciles de vender. “Este tipo de producción ficcional basada en estereotipos es profundamente conservadora porque lo que hace es reforzar estereotipos, sin ayudar a pensar el fondo de las cosas. Esto se puede explicar por razones económicas”.
En tanto, para Sabatini, las teleseries actuales están perdiendo ese rol social. “Una teleserie tiene que ser una historia entretenida, encantadora, pero sobre todo tiene que ser relevante: debe aportar a la gente cuestiones que mejoren su visión de la vida. Actualmente se ven algunos guiños a temas relevantes, pero no hay una cosa de fondo”, explicó.
Para Delfina Guzmán la producciones de ahora ya no son como antes, ya que las prioridades han cambiado. “Todo es número. Pasa lo mismo con las teleseries. Ya no existe una intención artística, si no que lo que prima es cuánta gente ve la teleserie, como si eso fuera símbolo de calidad. Esto es culpa de la sociedad de mercado que transforma el arte en un producto vendible”.

Y es que para la actriz, ese rol social de que hablaba Sabatini, se perdió. “Ahora lo único que importa es la carrera por el rating. No hay aspiraciones de cambiar la sociedad, de enfrentar lo que está ocurriendo culturalmente, políticamente, socialmente. Esto es pura plata que pasa de un lado para otro, es una corrupción total el asunto del rating”, sentenció.