Hubo tiempos en que el azúcar era el enemigo número uno de la salud y todos le hacían la cruz. Es por eso que fueron muy bien aceptados los endulzantes artificiales, los cuales le hicieron más agradable la dieta a miles de personas con sobrepeso.
Estos sustitutos del azúcar no aportan calorías, porque no podemos digerirlos. Por eso, son utilizados a nivel mundial para controlar la epidemia más grande de todas, la obesidad. El problema es que hace rato que los investigadores no los han dejado muy bien parados y el estudio más preocupante de todos, es uno publicado en marzo de este año en la revista Nature, que comprueba que los edulcorantes podrían producir resistencia a la insulina. Es decir, pre-diabetes.
La investigación se enfocó en los efectos de estas sustancias en ratones y humanos. A través de ella, se descubrió que sustancias como el aspartamo afectan la composición y función de la flora intestinal, produciendo desórdenes metabólicos.
No sería el único problema: también podrían fomentar el aumento de peso. Los endulzantes en la mira serían el aspartamo, sacarina y sucralosa. Esto no involucra otros endulzantes naturales como la Stevia, ya que el estómago sí los reconoce como alimentos.
Para llegar a esta conclusión, investigadores observaron durante 11 semanas a ratones de distintas razas consumiendo estos edulcorantes, mientras otros sólo consumieron agua con glucosa. Después replicaron la investigación con siete voluntarios humanos que estuvieran saludables. En ambos casos, la gran mayoría de los individuos expuestos a estos edulcorantes tuvieron problemas metabólicos.
Ojo, que algunas personas no se ven afectadas por el consumo de edulcorantes artificiales, mientras que a un porcentaje desconocido sí les afecta. Aún se necesitan estudios más profundos antes de descartarlos completamente de nuestra dieta, pero mientras, no sería una mala idea optar por el Stevia, miel o azúcar para darle más sabor al tecito.