La dismorfia corporal es una enfermedad psiquiátrica que lleva a que la persona se obsesione con su aspecto, motivo por el cual se someten a constantes cirugías, tratamientos y modificaciones corporales. Puede afectar a cualquier, sin importar su condición social o económica, y así lo demuestra el testimonio del actor Reid Ewing, conocido por su papel de Dylan en la serie Modern Family.
“Mi aspecto era el único aspecto que me importaba a mí”, relata en una cruda columna publicada en el Huffington Post. El problema comenzó cuando acababa de mudarse a Los Ángeles (Estados Unidos) para convertirse en actor. Tenía pocos amigos y se sentaba cada día en su departamento a tomarse fotos desde cada ángulo, analizando cada detalle.
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Tras varios años haciendo esto, “decidí hacerme cirugía, porque nadie tiene permitido ser feo. Era inaceptable”, pensaba en aquel entonces, como traduce Página 7.
Era 2008 y tenía apenas 19 años cuando decidió operarse. “Genuinamente creía que si me hacía una cirugía, de pronto luciría como Brad Pitt”, relató. El médico estuvo de acuerdo en que era necesario para su carrera y aceptó ponerle implantes de mejilla.
Después de la cirugía, “desperté gritando, con mi cabeza dando vuelta del dolor y las lágrimas bajando por mi rostro. El médico me decía que me calmara, pero no podía. No podía hacer nada más que gritar, mientras él y su equipo hacían lo imposible por no reírse”, detalló.
Debió usar una máscara facial por dos semanas mientras se recuperaba. Asustado de que alguien descubriera que se había hecho un “trabajo”, se alejó de la ciudad y pasó dos semanas en un hotel “dopado con hidrocodona. Cuando llegó el momento de sacar los vendajes, no lucía para nada como esperaba. Mi rostro estaba imposiblemente hinchado”, precisó.
Reposó otra semana más, pero cuando bajó la hinchazón, “los resultados eran horribles. La parte baja de mis mejillas estaba vacía como un cadáver”, detalló. Le pidió al médico que lo volviera a operar, pero no podía hacerlo por al menos seis meses, así que fue a ver a otro cirujano menos calificado, quien lo dejó con el implante tan suelto, que podía moverlo bajo su piel con los dedos.
La situación continuó así con otros dos médicos: “cada procedimiento me causaba un nuevo problema que tenía que reparar con otra operación”, explicó. Muchas de estas operaciones ocurrieron mientras grababa para Modern Family. “Estaba ante cámaras con numerosos implantes removidos y experimentando discretos cambios en mi cara, como relleno inyectable y transferencia de grasa”, detalló.
“En 2012, la soledad, secretismo, depresión y odio a mí mismo se convirtieron en algo demasiado grande para soportarlo”, detalló y decidió pedir ayuda. El actor asegura que ninguno de los 4 médicos que trabajó con él le preguntó si en su familia existía historial de depresión ni evaluó su salud mental. Ninguno le sugirió ver a un psicólogo.
Hoy, Reid ya está recibiendo tratamiento para su problema y renunció a seguirse haciendo cirugías. Pero poco después de tomar esta decisión, se encontró con alguien muy familiar en los shows y revistas… el primer médico que lo atendió. “Esto lo he escrito para cortar su influencia. Antes de buscar cambiar tu rostro, debes preguntarse qué hay en tu mente que necesita ser reparado”, afirma.
“La cirugía plástica no es mala. Comúnmente ayuda a gente que realmente la necesita en casos serios, pero es un pasatiempo horrible y te devorará hasta que pierdas tu autoestima y felicidad. Desearía poder regresar atrás y deshacer todas las cirugías”, concluyó.