El 4 de noviembre de 1970 y los reportes periodísticos informaban del impactante descubrimiento de la policía en la localidad de Arcadia, en California, Estados Unidos. Un niña de 13 años que seguía usando pañales y gemía en modo animal, fue hallada de manera fortuita por una trabajadora social, dando paso a uno de los casos más emblemáticos de la psicología infantil.

La pequeña había estado aislada casi toda su vida en una pieza en la parte de atrás de la casa de sus padres, quienes le tenía prohibido hablar o emitir sonidos, con suerte la alimentaban y la mantenían prácticamente todo el día amarrada a una silla.

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La pequeña fue bautizada por los investigadores como Genie, en referencia a un genio en la botella, un ser mágico esperando ser liberado, y los detalles detrás de la historia son estremecedores.

Primeros años

El 18 de abril de 1957 llegó al mundo la pequeña hija de Irene y Clark Wiley, una pareja que vivía en constante caos y marcada profundamente por la desgracia.

Ella era casi ciega producto de cataratas y un desprendimiento de retina. Clark por su parte era violento y tenía depresión severa producto de la muerte de su madre en un accidente automovilístico. Las peleas y palizas de Clark a Irene era constantes en la casa.

Clark creció en casas de acogida en el noroeste del Pacífico de Estados Unidos y trabajó como maquinista en las líneas de montaje de aviones en Los Ángeles durante y después de la segunda guerra mundial. Se casó con Irene Oglesby, una migrante de la gran sequía de los años 30, quien era 20 años menor.

Era un hombre controlador que odiaba el ruido y no quería tener hijos. Sin embargo, los niños llegaron. La primera, una niña, murió después de ser dejada en un garaje frío. Un segundo murió de complicaciones del nacimiento. Un tercero, un niño llamado John, sobrevivió, seguido cinco años más tarde por la pequeña, que luego sería conocida como Genie.

La mujer seguramente pensó que el nacimiento de la niña cambiaría en algo su vida, pero lamentablemente su marido, aún afectado por el asesinato de su madre en un accidente con un conductor ebrio, tomó una decisión terrible.

La bebé había cumplido ya 20 meses y no decía ni una palabra, por lo que decidieron llevarla al médico de la familia. El doctor planteó que la niña tenía problemas de aprendizaje y que probablemente sufría además de algún tipo de discapacidad cognitiva.

En medio del duro golpe la locura se apodero de Clark Wiley, que temiendo que las autoridades se llevaran a la niña y la pusiera en una institución especial optó por una alternativa extrema, tomó a su hija y la aisló del mundo exterior de manera absoluta. La amarró y la encerró en una pieza.

Enclaustramiento y tortura

Durante años la niña sólo tuvo contacto con su padre. Estaba todo el día en una habitación con llave y atada firmemente a una silla orinal. Su padre, cuando lo recordaba, la tapaba con un saco de dormir por las noches. Le tenía prohibido emitir sonidos, cuando lo hacia la golpeaba o la asustaba imitando a un perro.

La alimentaba con colados, cereales y huevos cocidos, cosas que le daba en la boca. Jamás le enseñó nada, ni a usar servicios, ni ir al baño ni mucho menos a hablar.

Tampoco tenía acceso a televisión, diarios o material didáctico. En su pieza sólo habían una revistas viejas de tv guía, envases de queso, lana y unos abrigos plásticos. Cuando finalmente la encontraron no entendía más que 20 palabras y todas muy básicas y negativas como “No”, “detente” y “basta”.

Su vista del mundo también era limitada. La pieza estaba totalmente aislada, no había nada en las paredes. Sólo una separación de unos 5 centímetros en la parte superior de las ventanas le permitían ver 5 centímetros de cielo y parte de la casa de un vecino que ponía música de piano que probablemente Genie podía escuchar.

Así se fue transformando en una ‘pequeña bestia’ incapaz de hablar ni de relacionarse con humanos

Descubrimiento

Su madre estaba cada vez más ciega, por lo que debía recibir visitas del personal de salud pública para controles médicos regulares. Fue en una de esas visitas, luego de que la mujer se equivocara de habitación al abrir una puerta, que la realidad de su pequeña hija quedó al descubierto para la policía y la sociedad.

Ahí estaba la niña, amarrada a la silla, en una habitación cubierta por el olor a orina y heces. Entró en la oficina de bienestar una tarde de octubre de 1970, encorvada, destrozada y con una curiosa forma de poner las manos, como un conejo.

Según consignó The Guardian en un artículo del año 2016, a meses de que cumpliera 60 años, al momento de su rescate tenía 13 años, pero parecía de sólo 6 o 7.

Pensaron que era autista en un principio, pero pronto descubrieron los escabrosos detalles de la historia. Genie era incapaz de hablar. Era incontinente y salivaba y escupía. Además tenía dos juegos de dientes casi completos, una condición dental extremadamente rara. Apenas podía masticar o tragar, y no podía concentrar sus ojos o extender sus extremidades. Pesaba en ese entonces 26 escuálidos kilos.

Tratamiento e investigación

La policía y los científicos la nombraron Genie, como un genio atrapado en una lámpara esperando conocer el mundo real, para proteger su verdadera identidad.

Su caso se transformó en uno de los más emblemáticos de la psicología infantil y el campo del lenguaje y la lingüística y dejó espacio para interrogantes que aún no son resultas.

La importancia de la comunicación y las relaciones humanas en el desarrollo no sólo cognitivo sino que también físico quedó de manifiesto. Pero la duda para los investigadores era fundamentalmente una ¿Un niña salvaje era capaz de aprender lenguaje y reinsertarse en la sociedad.

Fueron años de tratamiento e investigación.

El progreso inicial fue prometedor. Genie aprendió a jugar, masticar, vestirse y disfrutar de la música. Amplió su vocabulario y dibujó imágenes para comunicar lo que con palabras no podía. Se desempeñó bien en pruebas de inteligencia.

“El lenguaje y el pensamiento son distintos entre sí. Para muchos de nosotros, nuestros pensamientos están codificados verbalmente. Para Genie, sus pensamientos prácticamente nunca fueron codificados verbalmente, pero hay muchas maneras de pensar “, dijo Curtiss, profesora de lingüística de la UCLA que estudió y se hizo amiga de Genie.

“Ella era inteligente. Podía contener un conjunto de imágenes para que contaran una historia. Podía crear todo tipo de estructuras complejas a partir de palos. Tenía otros signos de inteligencia. Las luces estaban encendidas” agregó la experta.

Finalmente Genie logró hablar, y su actitud parecía mejorar. Sin embargo, cuando quedó bajo custodia de su madre y se le prohibió a la doctora más cercana acercarse a la menor su vida se volvió a transformar en un infierno.

Su madre dejó al cuidado de familias desconocidas, en varios hogares, donde la maltrataron nuevamente. En una de aquellas residencias la niña fue brutalmente castigada por vomitar en la mesa, desde entonces, se cuenta, dejó de hablar nuevamente, seguramente por miedo a abrir la boca.

Luego de eso fue puesta al cuidado de la autoridades estatales, como ya lo había estado brevemente antes de pasar a la custodia de su madre, luego de que muchos de los científicos perdieran interés en el caso al no lograr los resultados esperados y luego de que un experto en comportamiento ayudara a la madre ha obtener la custodia, aparentemente, sin mayor intención que figurar en los medios.

Presente

Estoy bastante segura de que todavía está viva porque he preguntado cada vez que llamé y me dijeron que estaba bien”, dijo Susan, una de las sobrevivientes del equipo de investigación.

El juicio de custodia y cuidado que finalmente ganó la madre de la niña en los 80s la alejó permanentemente de ella, le prohibieron no sólo seguir estudiando su caso, por las posibles consecuencias negativas, sino que emitieron una orden de alejamiento permanente.

“Nunca me dejaron tener ningún contacto con ella. Me he vuelto impotente en mis intentos de visitarla o escribirle. Creo que mi último contacto fue a principios de los 80”, reveló la investigadora.

Poco se sabe del estado de salud o ubicación de Genie en la actualidad, tras los dolorosos abusos y su paso al control estatal, se emitió una prohibición total de entregar información sobre ella, pero al parecer está aún viva.

Si es feliz, si aprendió a hablar o pudo tener una vida un poco más normal continuará en el misterio por un buen tiempo.

Sin embargo, su caso también tuvo consecuencias serias para las personas que la rodearon.

Su madre escapó por miedo tras liberar ‘sin querer’ a la niña, Clark se suicidó luego de que se presentaran cargos por maltrato infantil. Irene murió en 2003, sin ya tener contacto ni con Genie.

Su hermano John, que vivía en la casa durante el encierro, vio por última vez a Genie y a su madre a principios de los 80 e intentó rehacer su vida lejos de los oscuros recuerdos.

Se casó y tuvo una hija, pero su matrimonio se desmoronó pronto y su primogénita, Pamela, se hizo drogadicta. Él murió de diabetes, su hija fue encarcelada por descuidar a sus hijas, las sobrinas nietas de Genie, luego de que la policía la encontrara intoxicada en su departamento.

No hubo final feliz en esta oscura historia. Genie, nunca fue liberada de la horrorosa botella en la que fue encerrada por el miedo, la violencia y el odio.

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