Los suplementos nutricionales son complementarios a una alimentación balanceada y, solo en algunos casos, como un aporte a la falta de vitaminas.
Por años, el uso de estos productos se ha considerado solo para una parte de la población: los deportistas de alto rendimiento. Sin embargo, en el último tiempo su consumo se ha masificado.
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Según la Alianza Latinoamericana de Nutrición Responsable, Latinoamérica representa el 7% del consumo total de suplementos a nivel mundial y el 40% de la población chilena admite usarlos.
Por ello identificar los suplementos autorizados por las instituciones de salud son primordiales para evitar problemas.
“Existen recomendaciones de ingestas diarias establecidas para cada nutriente, en relación a la edad, sexo y para embarazadas. Aunque no es habitual, superar estos límites establecidos podría producir graves problemas de salud”, detalló Tania Jaramillo, Nutricionista de Cacaoginger.
“Si bien los suplementos no pueden reemplazar una dieta saludable, cuando son necesarios, nos ayudan a asegurar la ingesta diaria recomendada y así disminuir el riesgo de ciertas enfermedades”, añadió.
Desde aquí se rompe el mito que estos productos solo son para deportistas, utilizados para aumentar el rendimiento físico y estimular el sistema nervioso central.
“Los suplementos son usados en diferentes ocasiones por personas con déficit de vitamina E, C, D o intolerantes a productos animales; con bajo consumo de proteína y por deportistas, tanto recreativos como de alto rendimiento”, detalló Pablo Moreno Tapia, fundador de Multisuples y profesor de educación física.
5 datos importantes
Para el profesional de Multisuples, existen 5 pilares fundamentales a la hora de comenzar a consumir suplementos:
1. Composición corporal: peso, estatura, % de grasa, % de masa muscular, entre otros.
2. Antecedentes médicos
3. Requerimientos energéticos: cuántas calorías necesita ingerir la persona para cumplir con sus objetivos.
4. Ejercicio físico: actividad programada, nos interesa saber cuantos días entrena a la semana, cuánto tiempo, qué tipo de rutina realiza.
5. Hábitos alimenticios y alergias alimentarias: qué tipo de comida consume habitualmente, intolerancia a la lactosa, consumo de productos vegetales, entre otros.