El director de Verdades Ocultas, Felipe Arratia, desclasificó cómo lograron el éxito de Leonardo San Martin, el gran villano de la teleserie.
Interpretado por el actor Carlos Díaz, el rol que llegó a la historia como un antiguo amigo del colegio de Tomás y Nicolás, tuvo varios giros dentro de la trama.
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De hecho, Leonardo comenzó a investigar sobre el paradero de Rosita (Agustina), la hermana perdida de Rocío, lo que llevó a que terminara involucrado con la hija de Pedro Mackenna.
Posteriormente, intentó cobrar venganza porque no pudo conquistar el corazón de la joven, iniciando así reconciliaciones y etapas de rencor que terminaron en trágicas escenas.
En ese contexto, Arratia señaló a Mega, cuáles son las claves del éxito de Verdades Ocultas. “Yo creo que es la humanización de los personajes. Nosotros no entregamos un título del bueno y del villano, sino más bien, de la humanidad misma”, expresó.
A su vez, explicó que “no todos somos buenos o malos 100%, siempre hay que ir un poco más allá en la historia para poder entender por qué las personas funcionan o actúan de cierta manera”, añadiendo que: “La gente iba a tomando partido de este personaje”.
El cariño del público por Leonardo San Martín en Verdades Ocultas
Consultado sobre por qué considera que el público logró encariñarse con el mayor villano de la teleserie, Felipe Arratia comentó que cree que “la gente se fue enamorando de él. Lo terminó comprendiendo y terminó empatizando”.
“Esto tiene que ver con la humanización que le quisimos dar a cada personaje, y nos ayudó a entregar la posta y los protagónicos en las distintas temporadas (…) El haber hecho una teleserie de largo aliento, nos permite entender la génesis de los personajes, y por qué llegaron ese punto”, aseveró.
Sobre ello, el director de Verdades Ocultas explicó que “si uno va temporadas atrás, entiende por qué Leonardo funciona así, qué detonó sus actitudes”.
“Nosotros con Carlos Díaz, cuando planteamos este personaje, siempre era que él (Leonardo) tenía que entender que el dolor con que creció era el motor de su obsesión, de sus trancas, de su ira, eso era todo y desde ahí trabajaba, funcionaba”, señaló.
Finalmente, Arratia remarcó que todos estos factores terminaron con que el público empatizara con sus actitudes, “un poco que diera lástima por todo lo que había tenido que pasar”.
“Entonces, uno tiene que optar como espectador si quieres juzgarlo o empatizar y que logre su objetivo para que pueda sanar, y eso fue lo que se llevó de buena manera con él y logramos que la audiencia lo quisiera hasta el día de hoy“, cerró.