La procesión fúnebre de Isabel II avanzó por el centro de Londres tras el funeral de Estado en la Abadía de Westminster, que se celebró con toda la solemnidad para honrar a la reina, fallecida el 8 de agosto a los 96 años.
La Real Policía Montada de Canadá encabezó la marcha del cortejo fúnebre de la Isabel II a la salida de la abadía de Westminster, al término del funeral, de camino hacia el arco de Wellington, donde sus restos fueron transferidos a un coche fúnebre para llevarla al Castillo de Windsor, a las afueras de Londres.
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Tras escucharse el himno nacional –Dios salve al Rey-, con que concluyó el servicio religioso, el ataúd de la soberana, colocado sobre una cureña de la Marina, fue tirado por más de cien marineros al son de las gaitas de regimientos escoceses e irlandeses, que llevaban sus coloridos trajes de ceremonial.
El féretro abandonó el templo a las 12.15 (hora de Londres) hacia el arco de Wellington, en la esquina sureste de Hyde Park; mientras el Big Ben, la célebre campana de la torre del palacio de Westminster, sonó a intervalos de un minuto durante la procesión.
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En la marcha también desfilaron miembros de las fuerzas armadas del Reino Unido y países de la Mancomunidad Británica de Naciones (Commonwealth), representantes de la policía británica y del servicio de salud pública (NHS, en inglés).
Carlos III caminó junto con otros miembros de la familia real, mientras que la reina consorte, Camila, la princesa de Gales, Catalina, y la duquesa de Sussex, Meghan, siguieron el cortejo en coche.
En un día ligeramente soleado en la capital británica, miles de personas se han colocado a ambos lados del recorrido de la procesión, en un ambiente de profundo silencio.
Una vez en Windsor, la procesión a pie recorrerá los 5 kilómetros del Long Walk, la característica avenida arbolada que desemboca en la residencia real y será enterrada en la capilla de San Jorge.