Este miércoles 12 de octubre se cumplieron 20 años del fallecimiento de la actriz Carolina Fadic, tras sufrir un accidente vascular encefálico.

La intérprete, de 28 años en ese momento, dejó a su único hijo, Pedro, quien fue criado por su padre, el fotógrafo Gabriel del Carril, y su esposa, la también actriz Elvira López, con la que siempre tuvo buena relación y pasó a ser su segunda madre.

En octubre de 2018, el joven fue entrevistado en Muy buenos días, el matinal de TVN. En aquel tiempo tenía 22 años y estudiaba cine en Buenos Aires, Argentina.

“La mayoría de los recuerdos que tengo con mi mamá era estar riéndose constantemente, haciendo chistes. Aprender desde la alegría, la risa”, inició.

“Verla con sus amigas haciéndome show, yo era muy pequeño. Verla cuando me iba a buscar al colegio…”, agregó.

El joven aseguró que Fadic “era la mejor mamá del mundo, siempre estaba atenta para que no me faltara nada. Desde estar bien alimentado a verme contento y jugando”.

“Le encantaba que llevara amigos a la casa, entretenerlos. Cuando yo iba a la casa de ellos, ella llegaba antes a buscarme para quedarse conversando”, siguió.

Tras ello, Del Carril trajo a la memoria una divertida anécdota, que refleja la personalidad de la querida actriz.

“Una vez me festejaron un cumpleaños en un bowling, llegó el momento de la sillita musical y no había equipo de música, entonces se puso a cantar ella con una amiga”, comentó entre risas.

Los recuerdos del hijo de Carolina Fadic.
Captura

La muerte de su madre a los 6 años

Asimismo, el joven también habló sobre cómo enfrentó la muerte de su madre, cuando solo tenía 6 años.

“Los primeros dos años me sentí muy falto de la figura materna, de ese calor que otorga la madre en la casa o en cualquier espacio. Me faltaba ese abrazo materno de ‘todo va a estar bien'”, reconoció.

“Fue algo bastante sorpresivo (…) Me costó internalizar el hecho de que nunca más iba a poder ver o abrazar a mi mamá en persona”, añadió.

¿Qué haría si la tuviera al frente? “Lo primero, sería abalanzarme a abrazarla y quedarme pegado a ella con los ojos cerrados, por media hora o más”, dijo.

“Recién ahí podría empezar a pensar qué decirle. Es lo que más desearía hacer si estuviera al frente de ella”, concluyó.