La influenza es una enfermedad infecciosa respiratoria, provocada el virus del mismo nombre, el cual posee la cualidad de mutar.

Si bien existen dos tipos de influenza, A y B, la que más afecta a los humanos es la A, variando en su clasificación de acuerdo a sus características genómicas. Las más comunes actualmente son la AH1N1 (gripe porcina) y la AH5N3 (gripe aviar).

La doctora Leonila Ferreira, médico jefe de la Unidad de Paciente Crítico (UPC) de Clínica Biobío, afirmó que esta enfermedad “suele empezar con fiebre, gran compromiso del estado general, decaimiento y mialgia“.

“También se pueden manifestar algunos signos respiratorios, tos, además de coriza y congestión ocular. Si no se trata adecuadamente, puede derivar en una neumonía viral con insuficiencia respiratoria, sobre todo en los grupos de riesgo, con posibilidades de requerir oxígeno y asistencia ventilatoria“, advirtió.

Cabe destacar que, aunque la fiebre es una de las principales características de la influenza, en personas sobre 70 años y algunos pacientes inmunodeprimidos, podría no manifestarse fiebre significativa, por lo que se debe estar atento también al resto de los síntomas.

Tratamiento contra la influenza

En relación con su tratamiento, la mayoría de las personas suelen recuperarse al cabo de unos días, tomando medidas generales como reposo en cama, tomar abundante líquido y utilizar medicamentos para bajar la fiebre.

En personas que presentan un cuadro más severo se pueden usar antivirales para tratar la infección.

“Este debe ser tomado lo antes posible a fin de disminuir los síntomas y el riesgo de desarrollar neumonía o derivar a formas más graves”, aseguró la especialista.

Respecto a posibles medidas de prevención, se encuentran el lavado de manos, la ventilación periódica de espacios cerrados y el uso de mascarilla, sobre todo en el transporte público.

La importancia de la vacunación en un año excepcional

Si bien todos los años circulan diferentes virus en Chile, los cuales son estudiados y proyectados en función de lo ocurrido en el invierno del hemisferio norte, este año el escenario ha sido diferente tras la pandemia de COVID-19.

“Luego de 3 años encerrados con mascarilla, la epidemiología de las infecciones respiratorias de la comunidad chilena cambió. Si vamos a las estadísticas, durante ese periodo, el único virus respiratorio que se expresó fue el SARS-CoV-2, es decir, el COVID-19, y todo el resto de los virus quedaron en una etapa secundaria”, explicó la especialista.

Y añadió que “lo que estamos viviendo este año es una situación excepcional, partiendo con antelación la expresión de las infecciones respiratorias por influenza, simultáneamente con la de los niños y observando con mayor frecuencia rinovirus causante de síndrome obstructivo bronquial, sobre todo en adultos”.

En este contexto, y pese a que generalmente las personas están más expuestas a un subtipo de influenza, este año se podría observar más de un subtipo, lo que convierte a la vacuna en una herramienta aún más primordial en el combate de esta enfermedad.

Más vale prevenir

“La vacunación, una vez más, es uno de los ejes más importantes en la prevención de las formas graves de influenza. Muchas veces la vacuna no evita la infección, pero sí los cuadros más complejos, los que actualmente estamos presenciando en mayor número que en los años previos a la pandemia”, concluyó la doctora.

En Chile, la campaña de inoculación para influenza va dirigida a grupos de riesgo como embarazadas, personas con 65 años o más y aquellos con enfermedades crónicas, además de personal de salud, cuidadores de adultos mayores, niños entre 6 meses y 9 años y trabajadores de avícolas o criaderos de cerdos.

Es de carácter gratuito, voluntaria, y se extiende desde el 15 de marzo pasado por dos meses y/o hasta lograr un 85% de cobertura en los grupos de riesgo.