Hace una semanas se dio a conocer la desaparición de Catalina Álvarez, joven de 16 años cuyo rastro se perdió luego que asistiera a una fiesta en la localidad de Paipote, en la Región de Atacama.
Recientemente, la madre de la joven confirmó que un recolector de basura encontró los documentos de la adolescente en el camino internacional.
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Sin embargo, esta no es la única desaparición que consterna a Copiapó. Existen dos casos más en la zona, donde una de ellas es menor de edad.
La boliviana Marina Cabrera de 23 años, fue a las 9 de la mañana del pasado 5 de febrero a dejar a su hijo a los talleres de verano de la Escuela Vicente Sepúlveda Rojo. Desde ese entonces, se le perdió el rastro.
La pareja y conviviente de Cabrera, aseguró que desconoce los motivos de su desaparición, argumentando que entre ellos no habían problemas que pudieran detonar un posible escape.
A pesar de las labores de la policía local y las búsquedas que han realizado los cercanos a la mujer, todavía no se han dado indicios de su posible paradero.
La otra joven desaparecida en la localidad, es Tanya Aciares de solo 14 años. A ella se le vio por última vez el 19 de octubre del 2018, cuando regresaba a su casa en un auto de la locomoción colectiva.
“Hemos estado haciendo recorridos desde el último lugar donde viajaron las jóvenes por presunta desgracia, y también otros sectores que conforman la planificación que los equipos de búsqueda por su experticia nos van a sugerir. La fuerza de tarea que se ha creado acá en Copiapó no tiene fecha de término y seguimos trabajando 24/7”, contó el comisario Alfredo Espinoza Rojas, jefe de la Brigada de Homicidios de la PDI de Copiapó al diario La Cuarta.