Una compleja situación vive la familia detrás de la Farmacia El Trébol, ubicada en el centro de Concepción, cerca de la intersección de Castellón con Freire, luego de que el local fuese saqueado.
Se trata de un lugar frecuentado por los manifestantes cuando pasaban por el lugar ya que su dueño, Carlos Meza, les apoyaba con implementos. Por ello, y habiendo llegado a su recinto mientras los delincuentes aún estaban robando en él, el farmacéutico enfatiza en la importancia de distinguir a las personas que protestan de las que saquean negocios pequeños como el suyo.
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Hasta antes del asalto “vi pasar muchas marchas, apoyando la causa, les llevaba botellas de agua, les regalaba bicarbonato para las lacrimógenas a los chiquillos, siempre apoyando el tema social”, indicó, acotando que incluso se encontraba de paso alumnos a los que hace clases en la Universidad San Sebastián.
Sin ideología
“Son delincuentes habituales de los que están saqueando”, afirmó, agregando que al momento del saqueo “la cuadra estaba totalmente desocupada por Carabineros porque estaban todos peleando con los manifestantes”.
Según relató, llegó a su local cerca de 20 minutos después de que sonara la alarma, estando aún los ladrones en el interior. “Estaba solo, traté de conversar un poco con ellos para explicarles que somos independientes, que no estamos coludidos, pero estos gallos no son manifestantes, son delincuentes no más y les da lo mismo la procedencia del negocio, lo único que quieren es robar”, sostuvo. “Uno de los gallos me preguntó incluso ‘oye andai’ en auto, donde lo tení’”.
“Si hubiesen sido manifestantes, muchos son chiquillos estudiantes, entonces puedes conversar con ellos, hacerlos entrar en razón, pero los que me saquearon y que están saqueando los negocios chicos son ladrones habituales, mecheros”, puntualizó, destacando que no están fundamentados en alguna ideología.
“Nos robaron todo, destruyeron todo, tuvimos que cerrar con un amigo soldador la reja en lo que se podía. Vamos a tener que cerrar el local, nos ganaron, simplemente nos ganó la delincuencia, no podemos levantarnos de esta por el momento”, lamenta por el lugar donde trabajaba junto a su esposa y otra colega.
Gente buena
No es el único afectado: “Todos los locatarios del centro que tenemos locales pequeños nos han saqueado u otros han tenido que cerrar por miedo, o han tenido que trabajar ‘a media máquina’ con jornadas cortas”.
“Yo me sentía un poco tranquilo antes de que pasara este tema porque yo sé que la gente que se anda manifestando es gente buena, que quiere cambiar las cosas no más”, indica, lamentando que “aunque nos podamos conseguir la plata para poder reabrir, no está la seguridad para poder seguir trabajando porque nos pueden saquear de nuevo, porque no hay seguridad en el centro”.
Considera, posiblemente, volver a abrir en otro lugar, pero sus opciones a corto plazo son acotadas.