A las 3:34 de la madrugada del 27 de febrero de 2010, un terremoto de 8.8 grados sacudió por completo a la zona centro sur de Chile.
Sin embargo, fue el posterior tsunami el que cobró más víctimas, mismo que arrasó con diferentes localidades de las regiones del Maule y Biobío, como la Caleta El Morro en Talcahuano.
Alfonso Alvear Ortega, presidente de la Junta de Vecinos del sector, fue quien junto a otros tres habitantes arrancaron literalmente de la ola, y es que sus conocimientos sobre el comportamiento marítimo lograron salvar a 194 familias, las que esa noche estaban resguardadas en el cerro Alto El Morro.
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“Con el terremoto nos fuimos de inmediato al cerro. No nos quedamos abajo porque como se veía la situación sabíamos que algo iba a pasar con el mar, lo fuimos a ver y estaba intranquilo”, comenzó relatando emocionado Alfonso.
Y es que aquellas horas quedarán siempre marcadas para esas familias que perdieron sus casas y pertenencias debido a la catástrofe, mismas que hicieron caso omiso a un anuncio de parte de las autoridades sobre que todo se mantendría bien.
“Pasó un vehículo, no sé si era carabineros o era bomberos avisando que bajáramos porque no pasaba nada. Nosotros no hicimos caso porque tenemos experiencia antigua por nuestros padres. En los años 1952, 1960, 1985 y ahora que fue lo más grande. A veces no dan ganas de acordarse”, sostiene el dirigente vecinal.
Solo tres camas logró salvar Alfonso de su casa de dos pisos, que tenía cinco dormitorios y dos baños, un esfuerzo que asegura se lo arrebataron. “Estuvimos cinco años de allegados donde mi hija, y después nos dieron una casa. Y esta solución la entregaron como el 20 de febrero de 2014”, dijo refiriéndose al hogar que se les otorgó a las familias que perdieron todo el 27 de febrero, las cuales también estuvieron un tiempo prolongado viviendo en un campamento aledaño al Estadio El Morro, el que también quedó destruido.
“Nos trajeron carpas de refugiados de Europa, esas las instalaron. Éramos 194 familias más la gente que llegó ese día al mismo cerro a refugiarse”, señaló quien tomó las riendas de la situación y decidió alzar la voz para organizar a los habitantes de la caleta.
Lo anterior, ya que era una situación extrema. “Les comenté que era un caso muy difícil, que eran mínimo 5 días para que llegara alguien a vernos y a ayudarnos con alimentos y abrigo, así que los insté a convivir como corresponde como vecinos, comentando que en ningún caso podían pelear, había que soportar el asunto porque esto era la emergencia, pero como habíamos perdido todo, tendríamos para largo”, cuenta.
“Hicimos tres ollas comunes, éramos como 600 personas. Mientras los más jóvenes iban a buscar agua, los más viejos buscábamos soluciones a otros problemas, y ahí empezamos a trabajar. Nos fuimos al municipio a las 8 de la mañana para ver qué ayuda nos podían dar, y me encontré con el alcalde, Gastón Saavedra; estaba solo, desesperado, nadie había llegado al municipio, así que decidimos solo pedirle ayuda para que enviara a alguien a realizar curaciones, ya que había heridos leves, nadie de gravedad”, relata.
Alfonso comenta que lo entendió, que ellos como caleta habían perdido todo; barcos y enormes contenedores estaban en todo Talcahuano, incluso en la plaza, el mercado de la comuna estaba destruido, y señala que “la autoridad no sabía por dónde empezar”.
Soluciones tras el 27F
En 2014 las familias de El Morro recibieron sus casas de dos pisos, a solo metros de sus antiguos hogares. Con tres dormitorios, cocina, baño y comedor estaban equipadas las viviendas altamente reforzadas en caso de que ocurra otra catástrofe.
Consultado sobre por qué fueron construidas tan cerca de las anteriores, Alfonso confirma que fueron ellos quienes decidieron quedarse tras la consulta de las autoridades. “Las casas son de buena calidad, nadie se puede quejar. Pero todos tuvimos que realizar ampliaciones bajo nuestra propia responsabilidad. Somos familias grandes y de verdad no alcanzan todos”, dice.
Dentro de las cosas que se pueden observar hoy en la casa del hombre de 79 años y su familia, es una linterna ubicada al lado de la puerta, la cual asegura “nadie la mueve de ahí”.
Asimismo, cuenta que tiene un estante completo de comida no perecible, en caso de que ocurra nuevamente una emergencia, no les suceda algo similar como en el 2010.
Finalmente, el presidente de la junta de vecinos de la Caleta, señala que hoy solo tiene una preocupación, la entrega de las escrituras de sus casas, la que no se ha concretado pese a que las viviendas fueron otorgadas en 2014. “Es lo más urgente. Nos han tramitado demasiado y necesitamos respuesta”, cerró.
Cabe señalar que la gran catástrofe que afectó a nuestro país dejó un saldo de 523 muertos, 24 desaparecidos y más de 800 mil damnificados, alrededor de todo el país.