Alfonso Castro tiene 63 años y hace 17 que trabaja como garzón el restaurante “Don Carlos”, en Vitacura, y llegó a MasterChef gracias a la inscripción de su hija Romina, de 34 años.
El concursante, que constantemente recibe elogios por el cuidado y originalidad de sus platos, aseguró que no pensaba en que iba a pasar más de una prueba, sin embargo, se ha mantenido como uno de los participantes más fuertes del espacio.
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“El gusto por la cocina comenzó en casa, siempre cociné para los niños. Cuando hay una fiesta o evento siempre soy yo el que organiza todo, el que está pendiente de todos los detalles. Para mí la cocina es una de mis mayores pasiones”, señaló a LUN el concursante.
Alfonso asegura que la presión del programa no le afecta en nada, pues el trabajar por tanto tiempo en un restauran y junto a 50 hombres, lo tiene “más que acostumbrado”. Repecto a su técnica para cocinar, Castro señala que lo principal es “saber de inmediato lo que haré y sacar pocos productos porque así uno trabaja mejor y más confiado”, enfatiza.
También conseja cortar todos los ingredientes antes de cocinar, para así visualizar lo que se cocinará, pero reconoce que trabajar tantos años en un restaurant le ha permitido tener una “especie de base” . “He visto muchos colores, presentaciones, preparaciones, etc. Me aliviana un poco la pega. Yo no estudio mucho y por ahora me estoy basand en los conocimientos que tengo de los restaurantes”, agrega.
Trabaja de las 17:00 horas a las 1:30 de la mañana, y cuando tiene que grabar para el programa su día comienza a las 9 de la mañana, por lo que no le queda mucho tiempo para estudiar, así que está consciente que debe ponerle más fuerza a ese tema.
Respecto a si se ve en la final, Castro es honesto al confesar: “Sí. Me encantaría. Creo que debo estudiar más. Cuando mi hija me inscribió me daba por pagado de poder cocinar una vez y ya llevo más de un plato”, remató.