El presente de la Naná de MasterChef a sus 95 años: "Me olvido de la edad y enfermedades que tengo"

Eliana Hernández, la recordada y querida Naná de MasterChef, nos recibe en la casa de su hermano, en San Bernardo.

Pese a que en diciembre cumplió 95 años, la adulta mayor, que vive regularmente en La Serena con su hija, dice sentirse "de menos edad".

La mujer que destacó por su carisma en el programa gastronómico de Canal 13 comienza contando a Página 7 que su participación en el espacio culinario sirvió para que más gente de su edad fueran tomadas en cuenta.

"Con lo que hice, incentivé a todos los que tienen mi edad, porque no nos daban valor y ahora he visto publicidad que lleva gente de edad. Sirvió para levantar la vejez", comenta.

"Me conocen en todas partes. Me abrazan, me dicen 'yo fui fan de usted. ¿Por qué dejó de cocinar'?", cuenta que le preguntan.

No obstante, ya por su avanzada edad y por problemas de salud, su familia toma más resguardos en ese y otros sentidos: "Ahora estoy de 'pinche', ayudo (a cocinar)", explica a nuestro medio.

"En este momento me encuentro bien, pese a que tuve malas noticias referentes a mi salud, pero no las voy a decir, porque no vale la pena".

"Hablaba con un hijo que vive quejándose y yo le digo 'deja de mirarte el ombligo, porque hay gente que está en peores condiciones. Tienes techo, tienes para comer, así que quédate tranquilo'", agrega.

Eliana Hernández, la Naná de MasterChef, habló de sus problemas de salud

Respecto a su situación, indica que "últimamente, he visto médicos por necesidad. No voy a decir qué tengo, pero sufrí como una semana, la lloré, pero yo misma me lavo el cerebro con que no vale la pena a mi edad".

"En mi vida he tenido altos y bajos y estoy agradecida, porque de lo malo he sacado cosas buenas", complementa la Naná.

"No quiero que nadie me tenga lástima. Me gusta seguir como yo me siento, con menos edad de la que tengo", subraya, enseñando el mismo optimismo e ímpetu que la llevaron a instancias finales de MasterChef.

Y es que ella se reconoce una mujer independiente: "Me gusta serlo, y cuando necesito de alguien, pido ayuda (a su familia). Pero mientras lo pueda hacer, lo haré más lento, pero lo hago. Yo me siento bien y me olvido de la edad que tengo y las enfermedades. Ya hay que esperar hasta que Dios diga", afirma.

"No me he preocupado del día que parta, porque no tendré idea de qué van a hacer conmigo", dice entre risas, con su característico sentido del humor.

Asimismo, confiesa que no tiene una edad determinada hasta la cual le gustaría vivir, sino que "hasta donde llegue, no deseo más".

"Cuando a mí me dicen 'deme la receta' (para llegar a esa edad), yo les digo 'no hagan ni tal'. Cuando uno llega a una edad, le vienen un montón de enfermedades, que no se pueden curar, ni nada", dice Hernández.

Por último, menciona que pese a todas sus experiencias en la vida, aún hay algunos anhelos, como viajar a Europa y otro bien específico.

"Toda la vida he tenido un sueño, que es ir a las poblaciones pobres y enseñar a hacer comidas con cosas que la gente bota. Hay cosas baratas y que son sustentables. Eso me gustaría hacer", sentencia.