Parece un guión sacado de una película de bajo presupuesto o de una novela bien “tirada de las mechas”, pero es real: las autoridades de la República Checa ordenaron la búsqueda a nivel internacional del “gurú espiritual” Jaroslav Dobes. El motivo: tuvo sexo con más de 350 devotas, luego de asegurarles que se sanarían a través de este acto.

El hombre de 43 años, que se hacía llamar “Guru Jara”, “Om” y “Macho alpha”, decía a sus víctimas que les extraería las malas energías con una técnica llamada “desenganche”, la cual consistía en pasarle su “buena vibra” a través de relaciones sexuales, como informó el diario británico Daily Mail.

El “iluminado” hombre cometió los crímenes entre 2002 y 2007, en un convento de la ciudad de Zlin. No contento con haberlas convencido de acostarse con él para arreglar todos sus problemas, también les cobraba millonarias sumas por el favor.

Fotografía de "Se Busca" del gurú
Fotografía de “Se Busca” del gurú

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Recién en 2007 la policía comenzó a investigar este convento, avanzado a puros tropezones ya que muchas mujeres afirmaron haberse sometido voluntariamente; sólo 8 casos han sido comprobados como violaciones. Aún así, la mayoría de las víctimas coincidieron en haberse sentido presionadas y engañadas.

Finalmente, la justicia checa condenó a Dobes a 10 años de prisión, a pesar de que aún no se logra dar con su paradero. Mientras que su asistente, Barbora Plaskova, fue sentenciada a 9 años y medio. Se cree que ambos huyeron al sur de Asia, donde habrían formado una nueva secta para seguir vendiendo sexo entre sus discípulas.

Fotografía de "Se Busca" de Barbora Plaskova
Fotografía de “Se Busca” de Barbora Plaskova

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Una de las clientes de Dobes, que tenía 18 años cuando lo conoció, describió la terrible experiencia sufrida. Esta pasaba por problemas en su relación, cuando la asistente de Dobes, Barbora, la convenció de “desengancharse”.

Esta relató: “Jara vino, me rodeó de cristales y luego me penetró con fuerza. Fue extremadamente doloroso y no tenía nada que ver con el tantra. Estaba hiriéndome y estaba aterrorizada. Pero estaba tan lavada de la cabeza, que seguía creyendo que era algo bueno para mí”.

Desde la defensa de estos falsos líderes espirituales, afirmaron que todas las mujeres sabían en qué consistía el tratamiento. Pero la jueza Iveta Sperclichova replicó que “elegían mujeres jóvenes y atractivas, con posibilidades financieras y como objetos sexuales. Está claro que la idea de la escuela no era ayudar a las personas”.