Una joven que hace algunos años sufría de anorexia severa y que estuvo a punto de morir, hoy agradece su recuperación a seis extraños que conoció en su gimnasio y que sin conocerla, decidieron intervenir y llevarla al médico.
Lauryn Lax, tiene 27 años y llegó a pesar 36 kilos cuando un grupo de personas que asistían al mismo gimnasio que ella, se cansaron de verla a diario y no hacer nada respecto a su estado.
Lauryn sufría anorexia desde los 9 años, luego que un compañero de clases le preguntara cuánto pesaba.
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“Mi experiencia con la anorexia comenzó a los nueve años, una edad en que los pensamientos y patrones se consolidan y en la que yo cuestionaba profundamente mi belleza y valor“, señaló la joven oriunda de Arkansas, Estados Unidos, según consignó el medio inglés The Mirror.
“Recuerdo haberme sentido realmente insegura todo el tiempo y sentía que pesaba mucho más que todas las niñas que estaban a mi alrededor. Ese día fui a mi casa, miré la despensa y decidí que iba a tomar una dieta. Comencé a leer sobre nutrición y a eliminar las grasas“, agregó.
Desde entonces, Lauryn comenzó a comer menos, hasta que llegó un punto en que prácticamente no comía nada.
“Antes que me dieran cuenta algo más se apoderó de mi cabeza y no tenía el control, sentía que algo me controlaba y eso ocurre cuando el desorden alimenticio toma su lugar“, explicó.
Durante cuatro años, la joven vivió con este desorden pero tocó verdadero fondo en agosto de 2011. Lax recuerda que ese día se levantó a las cuatro de la madrugada, se subió a la pesa y vio el número 79 (en libras, correspondería a unos 36 kilos aprox.), “un número que no veía desde que tenía 10”, comentó.
Esa mañana partió al gimnasio, pero antes de entrar, vio a un grupo de desconocidos en el estacionamiento que la detuvieron y le dijeron: “Lauryn, estamos preocupados por ti”. Luego de diez minutos de discusión, la joven aceptó ir al médico junto a estas personas para chequear sus signos vitales.
Lauryn llegó al hospital muy agotada, tanto que debido a sus pulsaciones los médicos creyeron que necesitaría un marcapasos. Luego de tres días en la unidad de cuidados intensivos, fue trasladada a la unidad cardíaca y allí estuvo durante tres semanas hasta que se estabilizó.
La joven contó que el médico tratante le dijo que podía permanecer internada dos meses más, siendo alimentada por sonda, o internarse en un centro de tratamiento para manejar la enfermedad. En ese contexto, optó por internarse en un centro de Miami, donde permaneció por casi un año.
Su gran meta, luego de su estadía en ese lugar, era volver al colegio y luego convertirse en una nutricionista y terapeuta ocupacional. Y así fue, pues hoy Lauryn vive en Austin, Texas, y ayuda a varias personas con experiencias similares a la suya.
Además, ofrece clases de preparación física y de empoderamiento femenino, a personas desde los 12 años a través de su centro THRIVE Wellnes and Recovery, donde conversan con los pacientes sobre sus objetivos y así los ayudan a superar sus desórdenes alimenticios.
“Honestamente, creo que si aquellos extraños no me hubiesen detenido ese día, quizás hoy no estaría viva“, reflexionó.