Lo que parecían ser unas vacaciones soñadas en la isla de Zante, en Grecia, se convirtieron en toda una pesadilla para Hannah Powell (23) tras asistir a una fiesta.
La historia se remonta a 2016, cuando la joven salió de noche junto a dos amigas a una fiesta y bebieron cerveza, pero más tarde quisieron probar un vodka que les ofrecieron en un bar de la zona.
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Según consignó BioBioChile y la BBC, Hanna bebió el vodka y comenzó a sentir malestar (vómitos y mareos), por lo que sus amigas la llevaron al hotel donde se alojaban.
“No sabía por qué no podía ver nada en la habitación. Pensé que tenía algo en los ojos o en mi cerebro. Recuerdo contestarle algo a mi papá en el teléfono”, señaló.
Cuando se contactó con sus padres, sus amigas la llevaron al hospital de Zante, pero no obtuvieron un diagnóstico claro, por lo que emprendieron rumbo a un recinto médico de una ciudad más grande.
En el lugar, le indicaron que había sido envenenada con metanol, lo que afectó negativamente el funcionamiento de su hígado.
Hannah indicó al Daily Star que la querían drogar y luego quizás asaltarla pues aparentemente eso hacían las mafias.
La joven indicó que los bares rellenan las botellas con metanol y que por eso ella pensaba que era solo vodka: “Entonces si tú eres un cliente, piensas que estás comprando un vodka de gran marca legítimo, pero no es así. Lo ponen en las botellas de Smirnoff, botellas reales, por eso no tienes motivos para pensar que no es auténtico”.
Por fortuna, Hannah mejoró su salud a mediados de 2018, pues su madre le donó un riñón para mejorar su capacidad de drenar la sangre. Respecto a la vista, aún le cuesta distinguir con claridad pero se recupera lentamente.
Pese a la experiencia, comentó que no quiere acostumbrarse a quedarse en casa, por lo que sale con sus amigas al cine o a tomar el té.