El 10 de junio se cumplieron 40 años del dramático caso de Alfredo Rampi, un niño italiano de 6 años que murió tras caer a un angosto pozo de 36 metros.

Ese día pero de 1981, Ferdinando Rampi salió a pasear por un campo del pueblo Vermicino, en Roma, junto a dos amigos y su hijo Alfredo.

La familia se encontraba de vacaciones y tenía una casa en la zona. Cerca de las 19 horas, el pequeño le preguntó a su padre si podía volver solo por unos senderos que todos conocían.

Cuando Ferdinando llegó a la casa y su esposa le preguntó por Alfredo, él le dijo que de seguro estaba jugando por ahí, lo que no generó mayor preocupación.

Sin embargo, como pasaron varias horas y el pequeño no llegó, decidieron salir a buscarlo a eso de las 21 horas. Su abuela alertó que al lado de la casa se estaba construyendo un pozo artesiano, pero nadie prestó atención.

Durante las primeras horas de búsqueda se unieron vecinos y bomberos. Uno de ellos vio un pozo cubierto con una plancha metálica, la retiró y pudo escuchar los gritos de un niño.

El hecho tuvo una gran repercusión en la opinión pública nacional e internacional, ya que se transmitió en vivo por televisión todo lo ocurrido, consignó Infobae.

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Labores de rescate

El pozo tenía cerca de 30 centímetros de diámetro y paredes irregulares. Los equipos de socorro que llegaron al lugar calcularon que el pequeño debía estar a unos 36 metros.

Lo primero que hicieron fue bajar una tabla de madera con la idea de que el niño se sujetara y así traerlo a la superficie. Sin embargo, el objeto se atascó a los 24 metros y la cuerda que lo sostenía se rompió, quedando obstruido el agujero.

Ya en la madrugada llegó un equipo militar especializado de emergencia. Dos hombres se turnaron para bajar pero no pudieron alcanzar la madera.

Bomberos, en tanto, enviaban oxígeno hacia el fondo para que el menor de edad pudiera respirar, mientras que la televisión prestó unos micrófonos para comunicarse con Alfredo, informó el medio local Leccenews24.

Como las labores de búsqueda no estaban dando resultados, se decidió cavar un túnel paralelo para llegar al pequeño y así unir ambos, una tarea compleja porque el suelo estaba compuesto por granito.

En el lugar de los hechos cualquiera se asomaba al pozo, se interponía entre los rescatistas o se acercaba a abrazar a la madre. En algún momento de la tarde del segundo día se calcula que hubo alrededor de 10.000 personas, con el presidente Sandro Pertini entre ellas.

Según Roma Today, por la tarde del 12 de junio los rescatistas empezaron a cavar el túnel horizontal. Sin embargo, con los movimientos de tierra, el niño se deslizó, quedando ahora a 60 metros de la superficie.

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Desenlace fatal

Uno de los rescatistas logró tener contacto con el niño luego de 45 minutos. Intentó ponerle un arnés pero el cuerpo se soltó y cayó todavía más profundo.

Otro voluntario también intentó sujetarlo sin éxito. El hombre volvió a la superficie e informó lo que nadie quería escuchar: Alfredo al parecer estaba muerto.

Según medios internacionales, el 13 de junio los médicos comprobaron que no había actividad respiratoria ni latidos.

El juez, por su parte, ordenó tirar una sustancia química y congelar el cuerpo para que pudiera ser sacado después en buenas condiciones.

Los equipos de emergencia tardaron un mes en sacar a Alfredo del lugar. Su funeral se realizó el 17 de julio de 1981 en la Basílica de San Lorenzo.

El ataúd fue llevado por los mismos rescatistas que participaron en su búsqueda.