¿Has soplado alguna vez las velas en tu torta de cumpleaños? Con seguridad la respuesta es sí, buscando que nuestros deseos se cumplan. Pero Latife Soto explicó que dicho ritual no lo hemos hecho correctamente.

A través de un video publicado en su perfil de Instagram, la guía espiritual contó que lo hemos hecho mal toda la vida.

“Les quiero enseñar algo que es súper importante. Ustedes no tienen que pedir los deseos y apagar la vela, nos enseñaron todo mal, desde el principio“, comenzó afirmando en el registro la astróloga.

“Hace miles de años que nos vienen mintiendo y es todo mentira”, aseguró Soto en el video, quien reveló la manera correcta de cumplir con esta arraigada tradición.

“Les voy a contar cómo se hace. Los deseos se piden al agua“, comentó, mientras se quedó mirando fijamente el líquido, vertido en un vaso sostenido en su mano, por unos segundos.

¿Esto por qué? Latife Soto expresó que “el agüita la guardo al lado de mi velador y la velita, la voy a apagar, pero le voy a decir que se lleve todo lo malo de este año“, aseveró.

“(A la vela) se le dice todo lo malo que me ha pasado durante el año y eso lo voy a soplar”, añadió la guía.

¿Cuál es el origen de apagar las velas de cumpleaños?

El medio español ABC, que citó al blog God Fruits, reveló que el origen de esta costumbre, nos transporta a la Alemania del siglo XVIII.

En aquel entonces era habitual el Kinderfest, un festejo para los niños. Sobre el dulce de los pequeños festejados se colocaban dos velas, representando la luz de su vida y otra que simbolizaba los años venideros.

Las llamas tenían que estar encendidas todo el día y eran reemplazadas cuando quedaban consumidas. Al final de la jornada se apagaban de un soplido.

Apagar velas cumpleanos
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Lo importante el humo que desprendían, ya que ayudaba a trasladar a Dios el deseo que todos tenemos derecho a pedir, en el día del cumpleaños.

No obstante, también está la creencia de que este rito nació en la Antigua Grecia, y que involucraba a Artemisa, diosa de la Luna.

Lo cierto es que durante un tiempo se consideró una tradición “pagana” en el mundo cristiano, pero cuando la Iglesia instauró la Navidad como una celebración relevante, se alejó de esa ‘mala reputación’.