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Contexto | Canva
Brasil puede ser la esperanza para combatir la adicción a la cocaína, luego de que se revelara que científicos del país trabajan en el desarrollo de una vacuna contra esta potente droga.
Actualmente, el consumo de cocaína escala a cifras récord, con unos 22 millones de personas sumergidas en su uso según Naciones Unidas en 2021, siendo la segunda droga ilegal más consumida en Europa después del cannabis.
La cocaína no solo es extremadamente adictiva, sino que también causa daños severos a órganos vitales y somete al sistema circulatorio a un estrés inmenso, indicó DW.
La abstinencia, por su parte, representa un desafío físico y mental de gran envergadura. Pero, ¿qué hace esta droga en el organismo?
Según Hanspeter Eckert, terapeuta en una organización berlinesa, la cocaína provoca una euforia intensa, comparada con ver "todos los semáforos en verde". Este efecto breve, pero intenso, hace que el consumo de cocaína se grabe en el cuerpo como una experiencia vital.
La vacuna en desarrollo tiene un enfoque singular: tras su administración, el organismo produce anticuerpos que se unen a la cocaína, impidiendo que esta cruce la barrera hematoencefálica.
De este modo, el cerebro no recibe la "señal" para liberar dopamina, y la sensación de intoxicación nunca ocurre.
Frederico Garcia, de la Universidad Federal de Minas Gerais, señala que los ensayos en ratas han sido prometedores, abriendo la puerta a la posibilidad de aplicar esta vacuna en humanos. Sería la primera vacuna anti cocaína del mundo que se utilizaría para el tratamiento, menciona Garcia.
No obstante, la vacuna no pretende ser una cura milagrosa ni una solución preventiva para consumidores ocasionales.
El terapeuta Eckert subraya la importancia de la terapia, un camino arduo que exige compromiso. Los adictos deben aprender a entender su cuerpo y su mente, advierte.
Marica Ferri, del Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías (OEDT), coincide en que la vacuna no es una solución aislada. Resalta la necesidad de abordar los daños físicos y psicológicos de forma integral, argumentando que el tratamiento debe ser adaptado a las necesidades de cada individuo. "Eso lleva tiempo", concluye, remarcando el papel de la vacuna como una herramienta potencial para aquellos ya en proceso de terapia.