Las mujeres tienen más del doble de probabilidades de morir tras un infarto de miocardio que los hombres.
Así lo afirmó una investigación presentada en Heart Failure 2023, congreso científico de la Sociedad Europea de Cardiología (ESC).
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“Las mujeres de todas las edades que sufren un infarto de miocardio corren un riesgo especialmente elevado de tener un mal pronóstico”, afirma la autora del estudio, la doctora Mariana Martinho, del Hospital García de Orta de Almada (Portugal).
“Estas mujeres necesitan un seguimiento regular tras el infarto, con un control estricto de la tensión arterial, los niveles de colesterol y la diabetes; y ser remitidas a rehabilitación cardiaca”, explicó.
“Los niveles de tabaquismo están aumentando en las mujeres jóvenes y esto debe abordarse, junto con la promoción de la actividad física y la vida sana”, añadió.
¿Por qué mueren más mujeres que hombres tras un infarto?
En estudios anteriores, se ha observado que el pronóstico de las mujeres con infarto de miocardio con elevación del segmento ST (IAMCEST) durante su estancia en el hospital es peor que el de los hombres, y que ello puede deberse a su mayor edad, al mayor número de otras afecciones y al menor uso de stents (intervención coronaria percutánea; ICP) para abrir las arterias obstruidas.
En esta investigación se compararon los resultados a corto y largo plazo tras un IAMCEST en mujeres y hombres, y se examinó si existían diferencias de sexo, tanto en mujeres premenopáusicas (55 años o menos) como posmenopáusicas (mayores de 55).
Se trata de un estudio observacional retrospectivo, en el que se incluyeron pacientes consecutivos ingresados por IAMCEST y tratados con ICP en las 48 horas siguientes al inicio de los síntomas, entre 2010 y 2015.
Los resultados adversos se definieron como mortalidad por todas las causas a los 30 días, mortalidad por todas las causas a los cinco años y eventos cardiovasculares adversos mayores (MACE; un compuesto de muerte por todas las causas, reinfarto, hospitalización por insuficiencia cardiaca y accidente cerebrovascular isquémico) a los cinco años.
En el estudio participaron 884 pacientes, con una media de edad de 62 años y el 27% eran mujeres. Ellas eran mayores que los hombres (67 frente a 60 años de media) y presentaban tasas más elevadas de hipertensión arterial, diabetes e ictus previo. Los hombres tenían más probabilidades de ser fumadores y padecer enfermedad coronaria.
El intervalo entre los síntomas y el tratamiento con ICP no difirió entre mujeres y hombres en general, pero las mujeres de 55 años o menos tuvieron un retraso significativamente mayor en el tratamiento tras llegar al hospital que sus compañeros varones (95 frente a 80 minutos).
Los detalles del estudio
Los investigadores compararon el riesgo de resultados adversos entre mujeres y hombres tras ajustar los factores que podían influir en la relación, como diabetes, hipercolesterolemia, hipertensión, arteriopatía coronaria, insuficiencia cardiaca, enfermedad renal crónica, arteriopatía periférica, ictus y antecedentes familiares de arteriopatía coronaria.
A los 30 días, el 11,8% de las mujeres había fallecido, frente al 4,6% de los hombres, lo que supone un cociente de riesgos (CRI) de 2,76.
A los cinco años, casi un tercio de las mujeres (32,1%) había muerto frente al 16,9% de los hombres (HR 2,33). Más de un tercio de las mujeres (34,2%) experimentaron MACE en un plazo de cinco años, frente al 19,8% de los hombres (HR 2,10).
“Las mujeres tenían entre dos y tres veces más probabilidades de sufrir resultados adversos que los hombres a corto y largo plazo, incluso después de ajustar por otras afecciones y a pesar de recibir ICP en el mismo plazo que los hombres”.
Los investigadores realizaron otro análisis, en el que emparejaron a hombres y mujeres según los factores de riesgo de enfermedad cardiovascular, como hipertensión, diabetes, hipercolesterolemia y tabaquismo.
A continuación, se compararon los resultados adversos entre hombres y mujeres emparejados de 55 años o menos, y entre hombres y mujeres emparejados de más de 55 años.
En el análisis emparejado participaron 435 pacientes. En los pacientes emparejados mayores de 55 años, todos los resultados adversos medidos fueron más frecuentes en mujeres que en hombres. Un 11,3% de las mujeres murieron en un plazo de 30 días, frente al 3,0% de los hombres, lo que supone un HR de 3,85.
A los cinco años, un tercio de las mujeres (32,9%) había fallecido frente al 15,8% de los hombres (HR 2,35) y más de un tercio de las mujeres (34,1%) había experimentado MACE frente al 17,6% de los hombres (HR 2,15). En los pacientes emparejados de 55 años o menos, una de cada cinco mujeres (20,0%) experimentó MACE en un plazo de cinco años, frente al 5,8% de los hombres (HR 3,91), mientras que no hubo diferencias entre mujeres y hombres en la mortalidad por todas las causas a los 30 días o a los cinco años.
“Las mujeres posmenopáusicas tuvieron peores resultados a corto y largo plazo tras un infarto de miocardio que los hombres de edad similar”, detalló.
“Las mujeres premenopáusicas tuvieron una mortalidad a corto plazo similar, pero un peor pronóstico a largo plazo en comparación con sus homólogos masculinos”, agregó.
Martinho ahondó que “aunque nuestro estudio no examinó las razones de estas diferencias, los síntomas atípicos del infarto de miocardio en las mujeres y la predisposición genética pueden desempeñar un papel”.
“No encontramos diferencias en el uso de medicamentos para reducir la presión arterial o los niveles de lípidos entre mujeres y hombres”, acotó.
“Los resultados son otro recordatorio de la necesidad de una mayor concienciación sobre los riesgos de las cardiopatías en las mujeres. Es necesario investigar más para entender por qué hay disparidad de género en el pronóstico tras un infarto de miocardio, de modo que puedan tomarse medidas para cerrar la brecha en los resultados”, concluyó.